Ícaro en el corazón de Dédalo
Las enseñanzas y la interpretación que les niñes hicieron sobre este clásico griego fue el centro de nuestra ceremonia de fin de año. Un año de idas y venidas. Donde retomamos el sentido de estar presencialmente y pudimos trabajar en nuestra voluntad para sobrellevar dificultades.
Cada fin de año es un tiempo de reflexiones colectivas que de alguna forma nos permite definir nuevas direcciones, confirmar certezas y enmendar errores.
Este fin de año tuvimos despedidas emocionantes. Lágrimas, intensos abrazos de todas y todos los presentes. Niñas y niños a quienes celebramos sus graduaciones y despedimos sus alejamientos. Algunas y algunos después de 8 años en nuestra Escuela. Y Charly Cerda, nuestro querido guía de inglés, colega y amigo, que toma un nuevo camino. Todo muy intenso. Bueno, como siempre.
Una ceremonia pequeña pero no menos emocionante en Wawa Uta, nos presentó la versatilidad y memoria de cada niña y niño personificando insectos con graciosos diálogos. Celebramos las graduaciones de quienes ingresan a Taller menor y escuchamos las reflexiones y agradecimientos de la familia Olfos Canales que reflejan el trabajo de transformación que requieren los adultos conscientes para seguir al niño, a la niña.
En palabras de Marcela Canales: «…Que gran lección nos entregaron como Mapadres invitándonos a que dejásemos que las niñas y niños hicieran las cosas por sí mismos, dejándolos despertar, observándolos en sus procesos y acompañándolos muchas veces en silencio…» (Leer texto completo)
El gran desafío de cada familia es entender su papel como adultos preparados, adultos que aplacan sus impulsos culturales por sobre-asistir a las niñas y niños en todo aquello que pueden hacer ellos y ellas por sí mismos, por sí mismas. Eso es el gran trabajo de transformación.
Y en busca de este mismo propósito de transformación es que Taller menor (TaMe) y mayor (TaMa) presentaron «Ícaro en el corazón de Dédalo». Una adaptación del clásico mito griego, donde el papel del padre es cuestionado a coro por las niñas y niños que interpelan el rol del adulto. Cantos, bailes, vuelos rasantes y hasta una inesperada lluvia de primavera nos hicieron reír y emocionarnos.
Los mejores deseos para cada integrante de nuestra pequeña y robusta comunidad Montessori.
Nos vemos en marzo.